Nutritiva: Es una buena fuente de vitaminas y minerales, incluyendo vitamina E, calcio, magnesio, potasio y vitaminas del grupo B.
Antioxidante: La vitamina E y otros compuestos antioxidantes presentes en la leche de avellana ayudan a proteger las células del daño causado por los radicales libres, lo que puede contribuir a prevenir el envejecimiento prematuro y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Salud cardiovascular: Es baja en grasas saturadas y no contiene colesterol, lo que la convierte en una opción saludable para el corazón. Además, contiene grasas saludables como los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, que pueden ayudar a reducir el colesterol LDL (“malo”) y aumentar el colesterol HDL (“bueno”).
Salud del sistema nervioso: Contiene vitaminas del grupo B y magnesio, que son importantes para el funcionamiento del sistema nervioso y la función cognitiva.
Salud ósea: Es una fuente de calcio, que es esencial para la salud de los huesos y la prevención de la osteoporosis.
Digestiva: Es fácil de digerir y puede ser una buena opción para personas con estómagos sensibles o intolerancia a la lactosa.

Aquí tienes una receta básica para preparar leche de avellana cruda en casa:

Leche de Avellana Cruda

Ingredientes:

  • 1 taza de avellanas crudas (sin tostar ni salar)
  • 3-4 tazas de agua filtrada o mineral (ajusta la cantidad según la consistencia deseada)
  • 1 pizca de sal marina (opcional)
  • Al gusto (opcional): dátiles, miel cruda, canela molida, vainilla, etc.

Instrucciones:

Remojo: Coloca las avellanas en un recipiente y cúbrelas con agua filtrada. Deja remojar en el refrigerador durante al menos 8 horas o preferiblemente toda la noche. Esto ayudará a ablandar las avellanas y facilitar su triturado, además de mejorar su digestibilidad. Escurrir y enjuagar: Escurre las avellanas remojadas y enjuágalas bien con agua limpia. Triturar: Coloca las avellanas en una licuadora o procesador de alimentos junto con 3 tazas de agua. Tritura a alta velocidad durante 1-2 minutos, o hasta que obtengas una mezcla suave y cremosa. Colar: Cubre un colador fino con una gasa o una bolsa para leches vegetales. Vierte la mezcla de avellanas en el colador y deja que el líquido se filtre lentamente. Puedes presionar suavemente la pulpa de avellanas con una cuchara para extraer la mayor cantidad de leche posible. Ajustar la consistencia: Si deseas una leche de avellanas más ligera, puedes añadir más agua y mezclar nuevamente. Sazonar: Añade una pizca de sal marina (opcional) y endulzante al gusto (opcional). Mezcla bien. Guardar: Transfiere la leche de avellanas a una botella o frasco de vidrio con tapa hermética. Guárdala en el refrigerador hasta por 3-4 días.

Consejos:

Tostar las avellanas (opcional): Si prefieres un sabor más intenso, puedes tostar ligeramente las avellanas en una sartén seca antes de remojarlas. Ten cuidado de no quemarlas.
Agua: Utiliza agua filtrada o mineral para obtener una leche de avellanas de mejor sabor.
Endulzantes: Si deseas una leche de avellanas dulce, puedes añadir dátiles, miel cruda, sirope de agave u otro endulzante natural al gusto.
Conservación: Agita bien la leche de avellanas antes de usarla, ya que es normal que se separe un poco.
Pulpa de avellanas: No tires la pulpa de avellanas sobrante. Puedes utilizarla para hacer galletas, barritas energéticas, añadirla a sopas o guisos.

¡Disfruta de tu leche de avellanas casera! Es una bebida deliciosa y nutritiva, perfecta para añadir a tus smoothies, cereales o para tomar sola.

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